
Es importante identificar la discapacidad auditiva lo antes posible, ya que la capacidad para comunicarse se desarrolla principalmente entre el nacimiento y los 36 meses. Cuanto antes se diagnostique la discapacidad auditiva del niño, se le ajuste un audífono y comience una formación especial, mejor se desenvolverá el niño cuando crezca.
Existen fundamentalmente dos pruebas de audición para los recién nacidos. Ambas pruebas son indoloras, duran pocos minutos, y se realizan mejor cuando el bebé está dormido.
Prueba de emisiones otoacústicas (EOA), en la que se coloca un pequeño micrófono en el oído del bebé. Se envían los sonidos al oído, y se registran los sonidos emitidos por la cóclea en el canal auditivo. Se pueden determinar los umbrales auditivos para ciertas frecuencias analizando las emisiones. Si el bebé tiene pérdida de audición no habrá emisión de sonido.
Prueba de respuesta auditiva evocada del tronco del encéfalo (BAER), en la que se colocan electrodos en diferentes lugares del cuero cabelludo y el oído. Mientras el niño está en reposo se presenta un estímulo acústico en cada oído mediante auriculares normales o insertados. Un análisis de las ondas auditivas del cerebro revela los umbrales de audición.
Fuente: Hear-it
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